Gestión del Riesgo Volcánico: El caso del Popocatépetl

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El Ing. Enrique Guevara Ortiz, Director General del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), impartió la conferencia “Gestión del Riesgo Volcánico: El caso del Popocatépetl”, en un webinar organizado por la Sociedad Geológica Mexicana.

El especialista en protección civil y sistemas de alerta temprana, dueño de más de 33 años de experiencia en el ramo, refirió inicialmente que la gestión del riesgo de desastres ha evolucionado desde el terremoto de 1985, donde se puso de relieve que el México no estaba listo para desastres de tal magnitud.

Según refirió el Ing. Guevara, al principio el enfoque de atención a desastres era reactivo; años después se incorporó la protección civil preventiva, donde se busca tener un mejor conocimiento de los fenómenos y con ello evitar o reducir sus impactos; finalmente, en el 2012 se incorporó en una nueva ley de protección civil el concepto de la “gestión integral de riesgo de desastres”, que en términos generales se orienta a prever, reducir y controlar dicho riesgo.

El hecho de que en México viven alrededor de 500 millones de personas viven en o cerca de los volcanes, se explica porque existen muchos recursos naturales cerca de estos, como agua, suelos fértiles y minerales, y tienen aparejados beneficios como energía geotérmica y turismo.

Aproximadamente el 75% de la población en México vive cerca del área de influencia de un volcán, de acuerdo con el directivo del Cenapred.

En el caso del Popocatépetl se ha gestionado el riesgo en distintas etapas, como:

  1. Conocer el volcán. Saber qué es posible hacer como respuesta, cómo y cuándo. Para esto es crítico disponer de un mapa de riesgos, tener un monitoreo fijo y constante, y analizar escenarios posibles para estar preparados.
  2. Identificar y planificar. Evaluar los sistemas expuestos y el grado de vulnerabilidad, planear respuestas y desarrollar un sistema de alerta temprana.
  3. Responder y resolver. Ante el surgimiento de un riesgo, el comité asesor de emergencias, coordinado con distintas instancias, comunicaría oportunamente, aplicaría las medidas respectivas, y al definir el fin de la fase crítica, procedería con la etapa de reconstrucción y recuperación resiliente.

A decir de Enrique Guevara, en un radio de 85 kilómetros cuadrados alrededor del Popocatépetl viven aproximadamente 21.6 millones de personas, y en caso de presentarse una erupción como la que se registró en el 2001, este sería el probable alcance que tendrían las afectaciones.

Entre los peligros que el Cenapred mide y mapea, figuran los mapas donde se presentan las áreas que serían afectadas en caso de avalancha, de lahares, de lavas, balísticos, flujos y oleadas piroclásticas, caída de ceniza, así como diferentes escenarios, donde también se identifican los aeropuertos donde existe probabilidad de nubes de ceniza y precipitación de estas.

Entre las técnicas de monitoreo empleadas para vigilar el “Popo”, figuran: Monitoreo sísmico, geodésico, geoquímico, térmico y fotogramétrico. Además de que se constantemente se registran visualmente las condiciones del volcán.

Para hacer posible lo anterior, el Centro ha colocado en el volcán 10 sensores sísmicos, cinco cámaras alrededor del volcán, una cámara térmica, seis estaciones GNSS para medir deformaciones, un sensor sónico y cuatro estaciones para medir variables meteorológicas. Además, se anunció que este año instalarán un sistema de detección de lahares.

Con la información recabada se mantiene un monitoreo permanente, a toda hora y todo el año, vigilado por personal de guardia, comités de emergencia y un comité científico asesor.

Fuente: Mundo Minero